Sobre el terreno

Hace ya muchos meses que, junto a mi equipo, estoy desarrollando el proyecto Aljamas hebreas sorianas para poder ofrecer a los interesados en el tema una experiencia de alta calidad en cuanto a los contenidos de lo que se cuenta y en el modo de hacer. La idea es configurar una experiencia integral que quede marcada positivamente en las personas que, atraídas por este proyecto, nos acompañen en los viajes propuestos. Quiero que el proyecto y mi querida provincia de Soria queden asociadas a la excelencia. Esta premisa, que no es un mero discurso vacío, también es perseguida por aquellos que, junto a mí, han decidido sumarse al equipo.

El reto era (y es) grande, dado que parte del recorrido se desarrolla por localidades que tuvieron aljama de judíos durante el Medievo. Allí, entre callejuelas, plazas y campos, se desarrolló la vida de multitud de judíos cuyo vestigio material, como en casi todo el solar peninsular, es exiguo, pero donde hay miles de historias por contar. Y decía que el reto es grande porque, por mi profesión, estoy acostumbrada a investigar y a sacar a la luz estas vidas a través de libros, artículos y conferencias, pero ahora nos proponemos poner ese conocimiento a disposición de los interesados a pie de calle. Sin barrera entre el escritor y el lector, entre el ponente y el auditorio. Revivir, compartir y cocrear esa historia olvidada recorriendo los rincones donde se produjeron aquellos hechos leídos o escuchados. Llenar las calles de historia medieval con el soporte de los documentos y de la información aportada por la arqueología. No se trata de un discurso memorizado sino de un conocimiento vivo, que se nutre de una década de investigación y de todo aquello que sigue enriqueciendo constantemente el re-conocimiento de aquel pasado.

 

Por ello, para mi ha sido una gran satisfacción poner a prueba este nuevo formato que hemos llamado “conferencias itinerantes”. Los primeros en revivir esa experiencia en la ciudad de Soria fueron los socios de la Asociación de Amigos del Museo Numantino, compañeros de batallas con mente inquieta. Afronté aquella tarde con cierto nerviosismo. Sabía que me acompañarían personas altos conocimientos culturales y que, además, tenía que re-descubrirles una ciudad muy bien conocida por ellos. El alto volumen de inscripción hacía que estuviera muy feliz por el interés demostrado pero, por otra parte, sentía esa punzada que se siente cuando debes corresponder a la expectación generada y a la confianza demostrada. Disfruté inmensamente de cada uno de los minutos que tuve el honor de sentirme arropada por todos aquellos amigos sorianos.

Un nuevo reto se presentó al comenzar a apuntarse gente en el formato de viajes programados en rutas de 4 días. Tampoco puedo negar que esta situación también lo afronté con una mezcla de satisfacción e intranquilidad. Todo aquello que habíamos estado programando durante meses tenía que funcionar como un reloj para cumplir con lo prometido: una experiencia gratamente inolvidable. Al reto de transmitir en vivo, por las calles, aquellas noticias históricas, se sumaba ahora el de la coordinación con todo el equipo para desarrollar el resto de experiencias, comidas, traslados… Y, al tiempo, estar preparados para dar respuesta a todo aquello que pudiera acontecer fuera de lo previsto. Reconozco que el calor sofocante y anormal para estas tierras, que hemos tenido este verano, no ha puesto las cosas fáciles, pero creo que, pese a ello, hemos podido reorganizar cada salida para cumplir con lo previsto. Reto superado, con lecciones aprendidas. Aquellos que nos visitaron, ahora nuevos amigos, llenaron los recorridos de momentos inolvidables. Ahora toca, sobre el terreno, seguir caminando.